22 abr 2012

Cap-59: París, donde todo es posible.

Heeeeeeeeeeeeeeey!!:) Que de tiempo people, sólo vengo a dejar el último capítulo después de nosecuanto tiempo -.- jajajajajaja y ahora quiero subir el epílogo, que va a ser cortito cortito, sólo para despidirme. Situaros que ha pasado dos años o por ahí ^^  La letra en cursiva de la segunda parte es de esta canción -> http://www.youtube.com/watch?v=gDmaX5iCwwY  y para la última parte (lo que está en cursiva) es parte de esta canción -> http://www.youtube.com/watch?v=owSm2J-0WJk&feature=fvwrel




Narrado por Justin
Nunca digas nunca, pero ten por seguro que nada es para siempre. Que extraña contradicción ¿Verdad? Pero es una realidad. Ni siquiera lo que más quieres va a ser para siempre, todo acaba alguna vez. Porque nacemos para morir algún día. Y sé que ahora soy el adolescente más famoso del momento pero dentro de cinco años ¿Quién seré? Aquel chico del Baby seguramente. Sonrío amargamente. No quiero decir que no me guste mi vida, pero me falta algo. Y sé perfectamente  lo que es. Hace demasiado tiempo que lo niego, pero ya puedo pensar con objetividad sin estar cegado por la pena o el odio. No lo puedo negar, la he odiado. Se fue y me dejó aquí, dejó lo que teníamos. Nosotros que nos juramos amor eterno. Que teníamos nuestra vida ya resuelta. Pero ahora ya lo veo claro. Sólo hemos sido víctimas de eso a lo que llamamos destino. Nadie tuvo la culpa. Suspiro mientras me pongo los cascos. Miro por la ventanilla del avión. Va a ser un vuelo un poco largo, el mismo viaje que hice con ella pero a la vez uno distinto. Hace tiempo que no desentierro viejos recuerdos, traté de cortar todos mis lazos con ella cuando cortamos pero…hubo uno que no pude cortar, mi amor por ella. Siento el familiar cosquilleo y la sensación de caída que me produce el avión. Me tengo que sujetar al brazo del sillón. No soporto el avión. Siento una mano suave y dulce acariciarme el brazo con suavidad. La miro. Me inspira ternura, como sí fuera mi hermana. Pero nada más. En ocasiones, cierro los ojos y trato de imaginarme como sería todo sí su padre no hubiera vuelto, pero simplemente no puedo imaginarlo. Me pregunto cómo será ahora, sí habrá cambiado mucho, sí habrá encontrado a alguien. A alguien que la haga sonreír como yo. Apoyo mi cabeza en el asiento. Por primera vez, el avión no es mi preocupación ahora.


                                                              ●●●
Dicen que París es la ciudad del amor. Quizás por eso fue mi primer viaje con ella. Ahora que pienso, la verdad es que fue porque tenía que ir allí para una firma de discos. Me acaricio el mentón con suavidad. Nuestro último verano. Paseando por la lluvia alrededor del Sena. Sus dulces besos bajo de la Torre Eiffel. Aún puedo oír sus “te quiero”  paseando por las calles en flor. Nuestro último verano. Recuerdos que siempre perduraran. La única imagen que no borré de ella. Nosotros juntos en verano. Felices. Enamorados. Sacudo la cabeza de nuevo. Selena me notaba raro, es verdad, siento que algo se ha accionado en mí. París. Ciudad de sueños, de amores, de esperanzas, de vidas. No es simplemente una ciudad. Es nuestra ciudad. Camino solo por las calles, aspirando un suave olor a jazmín. De pronto, una silueta rubia de perfil. Me acuerdo de ella. Está en un bar, trabajando de camarera. Me recuerda un montón a ella. Pero esta es rubia. Y mueve su melena rizada con la mano, dejando ver unos pómulos rosados, con una sonrisa amable.  Recoge el pedido y mira con expresión soñadora a la ventana. Y de pronto posa sus ojos en los míos. Su boca forma una pequeña O mientras que yo la saludo con la mano. Se lleva las manos a la boca. La gente se acerca a ella y ella simplemente se traga la sorpresa y continúa. Entro al bar y me siento en una mesa luminosa. La veo sonreír, una sonrisa surcada por tristeza. Ella se acerca lentamente a mí, tiempo suficiente para recordar nuestra historia. Me dirige una mirada limpia, sin odio pero sin amor. Por fin llega hasta a mí.
-¿Qué quiere?- Me dice simplemente. Yo la sigo mirando. ¿Qué que quiero? Llevarte al cine los domingos. Tener que levantarme pronto y reparar los cuadros rotos. Observarte a mi lado y examinar todas tus curvas, seguidamente el saboreo de toda tu carne cruda. Sin dudar mis sentimientos, querernos hasta ancianos. Solo quiero ser feliz y que lo seas junto a mí. Le habría dicho hace tiempo. Sin embargo, hoy contesto:
-Una coca-cola por favor- 
Ella sonríe complacida y me trae mi pedido acompañado de una nota que dice: Saldré de aquí a las nueve, espérame entonces;) Dejo la nota sobre la mesa y me bebo mi coca-cola tranquilamente. Me quedo sentado una hora, dos, tres, hasta que ella entra y se quita la ropa del trabajo. Sigo en el mismo sitio, observándola, tal como llevo haciendo estas tres horas. Finalmente, ella termina sonriente. Se acerca a mí y me da dos besos. Ya no huele como antes. Huele a ciudad, a tristeza, a lluvia, pero, sobre todo, huele a él. A otro chico. Me corazón se paraliza por un segundo, pero luego se recupera. Es normal. Ella también lo ha pasado mal. También habrá llorado a escondidas y se habrá levantado con una sonrisa para no levantar sospechas. También se habrá sentido frustrada. También habría sentido la necesidad de correr. De parar el mundo. Pero alguien se habrá dado cuenta de su luz y de su bonita sonrisa. Unas manos extrañas la habrán tocado justo donde yo lo hice. Una voz desconocida le habrá susurrado te quiero al oído. Y todo lo cerca que estuvimos nosotros se habrá desvanecido entre sus nuevos recuerdos, como el humo de un cigarro. Pero este momento nos pertenece a ella y a mí, como antaño, cuando me parecía impensable pasar ni un solo segundo sin ella. Nos miramos. Un abismo nos separa, no somos los de antes, la vida nos ha cambiado. Y pienso en todo aquello que he estado pensando, lo que me juré le diría. Y lo pienso y lo repienso. Pero las cosas no salen, las palabras se quedan atascadas en mi boca. En este momento todo lo que cuenta son los actos. Así que me acerco a ella y la abrazo, sintiendo su cuerpo con el mío, recordando los tiempos en los que los abrazos eran continuos, y luego los besos. Pero dos años son mucho tiempo para romper una rutina. Nos separamos rápidamente, incómodos, sintiendo los antiguos recuerdos. Y entonces, empezamos a hablar. Una conversación banal, marcada por las referencias al pasado. Pasamos un buen rato andando, caminando por París. Esa ciudad en la que las casualidades no existen. Todo es producto del amor. Ya entiendo porque es la ciudad del amor. En un momento dado, ella me invita a ir a su casa. Llegamos rápido y me siento en su sofá. Se ahueca el pelo, inundando la habitación con su olor. Bebo un sorbo de la bebida. Me deja un regusto seco, pero me gusta. Y los minutos pasa, convirtiéndose en horas mientras nuestra conversación se adentra en terrenos peligrosos. Lentamente, mientras me explica el porqué de su cabello rubio, se va acercando a mí. Esto empieza a tener un tinte peligroso, pero me da igual. No puedo apartar mis ojos de sus ojos castaños, sintiendo su respiración en mis labios. Y entonces ocurre lo inevitable. Me sorprendo a mi mismo respondiendo al beso. Cómo sí de una película se tratara, veo aparecer todos nuestros recuerdos mezclados con otros nuevos. Pero mi culpabilidad desaparece. Siento que las palabras se quedan cortas. Y lo único que quiero es que trate de entenderme,  que consiga descifrar todo lo que le quiero decir con este beso. Esta es la última noche que estará sola. El beso se hace más apasionado y lento. Mírame a los ojos para que veas que yo lo sé. Mi camisa cae, luego la suya. Estoy en donde sea que tu quieres que este. Nada nos separa, después de tanto tiempo sin ella. Te sostendré en mis brazos y no te dejaré ir. La luz se apaga mientras nosotros vamos hacia su cuarto. Soy todo lo que necesitas que sea. Enredados en el beso, en las cenizas de nuestro amor. No te dejaré decir adiós. Sólo París puede ver nuestro error. Seré tu razón por que. Y ahora me doy cuenta. La última noche que tu estarás sola. Que un fuego no mata a otro, sólo lo aviva. La última noche lejos de mí.






                                                                             Lejos de mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario